23 DE JULIO , DOCE HORAS DEL MEDIODÍA

Opinión 2.0 de El Campello

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23 DE JULIO , DOCE HORAS DEL MEDIODÍA

23 DE JULIO , DOCE HORAS DEL MEDIODÍA Articulo enviado por: EDUARDO SEVA ROMÁN , Doctor en Ciencias Biológicas

Me invade el pensamiento cíclico de que el color de los gobiernos son el termómetro de la sociedad que los ha elegido. La derecha confía ahora en la democracia y es la herramienta que le puede servir ahora; la izquierda ha perdido la confianza ya en las urnas. Es un momento a la vez extraño y peligroso, además de importante.

Un domingo a mediodía regresaba de un comedero de esos industriales con franquicia en todos lados, orgulloso de haber obtenido una pizza en tan sólo quince minutos poco antes de dar las tres de la tarde.

 

Me adelanta por el lado prohibido un esmirriado de unos 23 años cabalgando una motillo de corta cilindrada de esas que permiten todo tipo de cabriolas y difíciles modos de desafiar la gravedad con tan solo dos apoyos de goma sobre el asfalto.

 

Tatuado desde la propia nariz hasta lo que me imagino son las plantas de los pies, con mucha seguridad este chaval no sabe cómo es por dentro una sala de cine, probablemente no habrá leído más de tres libros al completo (y por obligación), adicto sin dudarlo a los programas basura de la TV y hábil jugador de PS5 con los juegos más violentos que pueda uno imaginarse; sobre otras adicciones no me atrevo a pronunciarme.

 

Me acordé sin querer de mis años mozos, loco por la lectura de los autores más recomendados de aquellos años en los que yo cumpliría los 16/17. Con vergüenza, recuerdo a Nietzsche y una de sus frases me vino al vuelo del vacío que provocó en el aire aquella motillo al pasar por al lado: la independencia no es un derecho, es un privilegio que corresponde a una minoría.

 

En seguida recordé que hemos bromeado en mesas con amigos alrededor del tema que muchos filósofos han tratado sin resultados: la validez, el peso del voto en un caso y en otro al tratarse de una sociedad plural, variopinta y desigual en la formación personal, acerca del modo en que la política ha de ser una u otra.

 

Y resultando siempre que esa suerte de homofobia camuflada entre las risas acababa siempre por ser rechazada por todos nosotros, ya que el sufragio universal es lo que es, hombres y mujeres, analfabetos y eminencias, lectores insaciables y aquellos que no saben cómo abrir un periódico, si del derecho o del revés.

 

El gobierno de una sociedad se basa en esto mismo y el resultado, es decir, un gobierno de derechas o de izquierdas depende del nivel intelectual, cultural, de sus habitantes si el voto es equivalente a todos los efectos.

 

Una cosa es consecuencia de la otra. Por decirlo de otra manera, si un gobierno muta desde un peldaño progresista hacia posiciones conservadoras (e, incluso, ultraconservadoras), significa una sociedad con muy escasa cultura, que nos hemos equivocado con el sistema educativo que impusimos en su momento, que hemos inventado distracciones banales y sin contenido que ocupan nuestro tiempo inútilmente.

 

Al contrario de lo que la naturaleza del hombre demanda: la formación, el humanismo, la destreza, el gusto por la belleza, el paso obligado que la misma especie humana necesita para los objetivos de la evolución darwiniana.

 

Significa un paso atrás en ese proceso y, por consiguiente, perder la capacidad en la resolución de los problemas, cualquiera que éstos sean, desde el calentamiento global hasta la confrontación de las religiones.

 

Hoy, todavía dedico cinco minutos a esta cuestión antes de dormir profundamente que, no es que me atormente, pero me introduce desasosiego, todavía no veo justicia plena.

 

Me invade el pensamiento cíclico de que el color de los gobiernos son el termómetro de la sociedad que los ha elegido. La derecha confía ahora en la democracia y es la herramienta que le puede servir ahora; la izquierda ha perdido la confianza ya en las urnas. Es un momento a la vez extraño y peligroso, además de importante.

 

El que se ponga una línea roja (previamente acordada para introducir más ruido, si cabe) a los maltratos homófobos de un determinado partido o personaje, que se nieguen evidencias claras, que se jure que hay un estancamiento económico o que los aviones vuelen boca abajo, es lo de menos.

 

Lo más importante es que seamos conscientes de que este país es de todos los que lo habitamos, no solamente de los que creen, simplemente, que es suyo y piensan que aquellos que lo dirigen ahora son usurpadores, ladrones escondidos en la Moncloa.

 

El objetivo de PP-VOX no es mejorar las condiciones, marcar un mejor programa de actuación, mejorar lo que hasta ahora se ha hecho, hacer avanzar al país o a la región, no. Su objetivo es desplazar los cuerpos extraños, extraños a su ideología (?).

 

Dejar este país en manos de PP-VOX es una atrocidad de la que nos daremos cuenta a los pocos días.

 

Es importante que no retrocedamos en cultura, servicios, igualdades, educación, bienestar, pensiones, energías limpias, componentes todos que le dan fuerza e impulso al crisol de la sociedad en que vivimos.

 

No volvamos a estancarnos en la Edad Media, no retrocedamos a una España dominada por el clericalismo, la ignorancia y la pobreza espiritual. Paremos esta tendencia inmediatamente.

 

No dejéis de recordar que entramos todos desnudos a las puertas del paraíso y en la recepción debemos enseñar las palmas de las manos por si están sucias


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