El evidente batacazo en las elecciones locales y autonómicas nos debe llevar a la reflexión acerca de que está mal en el PP. Y no es baladí el hecho de que como en todo, vayamos a encontrar diferentes respuestas a esta pregunta.

El PP aglutina todo el centro derecha español, desde los más liberales y neoliberales a los demócrata-cristianos, pasando por los reformistas más moderados incluido una parte del espectro ideológico socialdemócrata-conservador, de los ateos más acérrimos a los creyentes más devotos, de los anti-abortistas a los que van a favor de legalizar los estupefacientes o incluso el matrimonio gay. Liberales y conservadores están juntos en un partido que hoy, no tiene discurso, más allá de la unidad del Estado, de España como Nación y la defensa de los valores constitucionales, que por cierto, no es poca cosa.

El PP no puede gustar a todos. Es más el PP ya no gusta al votante medio, al mismo que le dio la mayoría absoluta a Aznar y al propio Rajoy, la corrupción, los recortes y el desempleo están pudiendo con él. Y sus dirigentes no han conseguido enganchar ni siquiera a su propio electorado con la mejora de la economía, dejando a sus concejales, alcaldes y presidentes de Comunidades a los “pies de los caballos”.

Hay que ofrecer un nuevo discurso atractivo, lógico, coherente pero, sobre todo, muy ideologizado. El escenario ha cambiado y nuestra sociedad también. Nos movemos en un escenario propiciado por dos factores que destruyen el teorema clásico del “votante medio”: 1) un electorado con más estudios y 2) mayor pluralidad de partidos con opciones representativas.

Podríamos decir que el segundo factor es una consecuencia del primero pero los desgranamos para analizarlos pormenorizadamente.

El clásico teorema del votante medio, en España y en la Europa Occidental, nos desgrana a los votantes en dos sectores: los radicales que cuentan con apoyo social reducido: socialistas, comunistas, antisistema y marxistas, por la izquierda, junto a los nacional socialistas de la derecha xenófoba, homófoba y excluyente, y los moderados que están en el centro y que respalda la mayoría social. Los partidos clásicos han ido posicionándose en ese centro del tablero para arañar votos y ganar elecciones. Este teorema nos dice que quién más se posicione al centro más posibilidades tiene de gobernar.

Pero hoy el panorama político ha cambiado lo suficiente como para no seguir tal teorema, que por otra parte no contempla que ese centro del tablero se puede mover hacia la izquierda o la derecha, en función de la realidad mediática del momento y la capacidad de convencimiento de los intelectuales que se encuentran detrás de las ideas políticas, es decir, lo “políticamente correcto” puede variar.

Además el hecho de que exista una población con mayores estudios, junto a la irrupción de internet y las redes sociales no sólo diversifica las tendencias ideológicas sino también su número de seguidores, siendo más pequeños los márgenes sobre los que posicionarse, o dicho de otra manera, el centro ya no aglutina la mayoría social, subdividido ya en varios segmentos de votantes diferentes y con convicciones cada vez más fuertes. Hecho que explica el pluralismo de partidos cada vez más acentuado.

El PP no puede ni debe competir con la izquierda, no debería haber llevado al extremo la prostitución de un discurso para contentar a la masa social, ni debería renunciar a sus ideales para mantenerse en el poder de manera rtificial,sosteniéndose solo por el voto útil. Porque paulatinamente perderá todo el carácter convirtiéndose en una fuerza que solo busca poder, poder y más poder.

Baste para ello recordar que le hizo convertirse en la fuerza política más votada, con mayor número de afiliados y presente en los más de ocho mil municipios españoles, Un mismo discurso del País Vasco a Canarias; la lucha contra el Terrorismo; la Defensa de los Valores Constitucionales; el empleo, la recuperación económica y la buena gestión…es cierto, pero también y en gran medida la denuncia del abuso del poder y la corrupción de los gobiernos socialistas de González ( o Joan Lerma, en el caso, valenciano) y la insensatez de Zapatero. Y estas últimas razones han sido la clave, que ha hecho que su propio electorado lo abandone, sencillamente no acudiendo a votar o votando a otras opciones políticas.

¿Qué solución hay? ¿Qué consecuencias traería? La única solución para salvar al PP es dar un giro hacia sus orígenes expulsando del partido directamente a todo aquel que se ha servido de él en su propio beneficio, rearmar su programa centrista y reformista, democratizando sus estructuras y funcionamiento interno, no puede ser que todo el poder se concentre en individuos que son alcaldes y a la vez diputados, presidentes del partido, consejeros o ministros (en el mayor partido en número de militantes del país, hay mucha gente honesta, capaz y preparada), de modo que o abres el juego por las bandas o las bajas serán más que un goteo una gran hemorragia.

Construir un nuevo discurso económico-social basado en las teorías de intelectuales como Mises, Hayek , o como los españoles Huerta de Soto o Juan Ramón Rallo (pese a sus diferencias). Si el PP no asume que el panorama político de futuro irá entre fuerzas más pequeñas y dispersas (que cada proceso electoral confluirán en plataformas-ciudadanas- paraguas de intereses-contra el Pp), se hundirá.

Por ello hemos de cambiar el discurso y construirlo sobre una base teórica sólida, sólo así conseguiremos llegar a los más jóvenes y mantendremos un amplio espectro de votantes fiel que crea en el proyecto.

¿Porque llegar a los más jóvenes? Porque ellos controlan las redes sociales y están dispuestos a defender sus ideas en cada chat, twitter o wasap… y ese ha de ser el mayor “activo” del partido, como lo ha sido su militancia hasta hoy.

Y esta “nueva militancia en la red”, normalmente no adscrita, es la que de manera espontánea defenderá unas tesis (y en consecuencia un proyecto político). Baste para ello como, en estos momentos, el PP es incapaz de movilizar no ya una manifestación, si no a su propio electorado, defendiendo qué, porque no tiene nada que defender, por el contrario incluso en los pueblos más pequeños de nuestro país estos días se han reiterado manifestaciones a las puertas de cada sede, de cada miting grupos de personas al grito de “chorizos”, antisociales, corruptos… promovidos por plataformas anti-desahucios, por la defensa de la enseñanza pública o los derechos de los dependientes. Nada nuevo, en la época de Zapatero teníamos un enemigo común para hacer lo propio, tapando así las carencias ideológicas que entierran hoy un proyecto que durante muchos años fue clave para la estabilidad de España.

Que el PP desaparezca da igual, pero que las ideas liberales que nos han dado Democracia, Libertad, Convivencia Pacífica, Cohesión Social y Territorial,Estabilidad, crecimiento económico y bienestar a nuestro país se pierdan con él, es de juzgado de guardia. Cuando lo políticamente correcto gira hacia un lado del tablero, las escuelas, los medios y en general toda la sociedad gira entorno a él, y hoy, en España, no queda un resquicio de idea libertaria caminando irremediablemente hacia la Venezuela Chavista.

Y ¿qué pienso como joven? Que o se cambia YA la tendencia autodestructiva del PP poniendo a líderes preparados, con experiencia y con un discurso claro, o alguien ocupará su lugar, tal y como pasó con la propia UCD, si no se avecinan coaliciones populares-populistas, o plataformas ciudadanas que van a terminar con todo, eso sí, de manera democrática y nadie lo podrá negar

Rai Montava

Partido Popular